Aborto y salud mental

El estigma y la criminalización por abortar son factores que pueden incidir e impactar emocionalmente

Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) la depresión ocupa el primer lugar en enfermedades mentales en la región, y es dos veces más frecuente en mujeres que en hombres. En marco del Día Mundial de la Salud Mental, este 10 de octubre, abordamos la importancia del vínculo entre el contexto en el que ocurren los abortos voluntarios y la salud mental de quienes abortan.
De acuerdo con la publicación de Ipas Latinoamérica y el Caribe (Ipas LAC), “Aborto y salud mental”, no existe ninguna evidencia de una relación de causalidad entre el aborto inducido y alguna afectación a la salud mental. Por el contrario, se ha encontrado que el estigma y prejuicio social por abortar son factores detonantes del malestar emocional que pueden sentir algunas personas que interrumpieron su embarazo.
El aborto voluntario se vuelve una experiencia traumática cuando no se tienen redes de apoyo social y emocional, señala el estudio “Experiencias emocionales en la interrupción voluntaria del embarazo”. En regiones donde las condiciones son inseguras, donde hay criminalización, estigma y estereotipos de género marcados (como lo es el mandato de la maternidad), las experiencias de aborto se vuelven negativas y pueden afectar profundamente la salud mental de las mujeres y otras personas con capacidad de gestar.
A continuación, compartimos algunos escenarios recurrentes que pueden incidir en la salud mental de quienes deciden interrumpir su embarazo, así como soluciones que implican un cambio de valores y creencias, pero también de políticas y normas sociales que protejan su salud y derechos reproductivos.
3 ideas erróneas que debemos cambiar en favor de la salud mental de quienes abortan
  1. Barreras en el acceso al aborto: la criminalización del aborto infunde miedo, sensación de soledad y que las personas gestantes no acudan a los servicios de salud y se enfrenten a abortos en condiciones inseguras. El acceso al aborto no solo se limita a la legislación y a los servicios de salud, sino que incluye todo el componente social que limita el libre ejercicio de este derecho, como los mitos, estigmas y estereotipos de género.
La decisión de interrumpir el embarazo es solo de la persona que está gestando. El personal de salud y la sociedad en general deben respetar su elección, sin generar culpas, malos tratos, violencia o discriminación.
  1. Creencias negativas: cuando las propias creencias en torno al aborto son negativas, las personas viven un estigma internalizado que les provoca sentimientos de culpa, vergüenza y autocrítica. De igual manera, experimentan temor al estigma y al rechazo en sus entornos sociales, especialmente de su familia.
Que las personas se sientan dueñas de su cuerpo y sus decisiones, así como percibir el apoyo de su entorno, facilita el proceso.
  1. Falta de información y malos tratos por parte del personal de salud: el estrés, enfado, preocupación y miedo al juicio social se originan por falta de información, atención deficiente, falta de transparencia sobre el proceso, vulneración de la confidencialidad, la seguridad y la privacidad. Asimismo, la falta de empatía, el trato impersonal -traducido en violencia obstétrica- por parte del personal sanitario puede producir sensaciones de juicio, soledad y tristeza, llegando en algunos casos a la depresión

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